Ruidos del conurbano: motos, cohetes y tiros
Por Leonardo Torresi
¿Son distintos los ruidos de Capital y los del Conurbano? ¿Son los mismos pero la diferencia es de intensidad?
Salvo los ruidos de origen animal -algún gallo que sobrevive, la chicharra que reaparece algún día de verano insoportable o el coro de los perros que se ladran de patio a patio-, parece haber una mayoría de ruidos urbanos en común.
La diferencia, en todo caso está en la percepción.
Para los habitantes de la Capital, los ruidos, en general, son una molestia: el compañero de trabajo porteño que viene con trompa porque la obra de al lado “me despertó sobresaltado”, el de la cuadrilla “que vino con el taladro”, y así.
Hay hasta propagandas de analgésicos que reproducen este pesar porteño.
En el Conurbano, en cambio, los ruidos se perciben en términos de preocupación y alivio.
Conurbásico: unos pasos en el techo de chapa serán ladrones hasta que un maullido peleador confirme que se trata de unos gatos, y ahí entonces seguimos mirando tranquilamente lo que estábamos viendo en Canal 9.
Si uno tipea las palabras “ruidos” y “conurbano” en Twitter va a encontrar unos cuantos mensajes que aseguran que una forma de graduarse como habitante de estos barrios es aprender a distinguir en el momento entre ruidos a priori similares.
Como los esquimales que distinguen entre 150 tonos de blanco, pero con ruidos.
Esos ruidos son basicamente tres: las motos, los cohetes, y los tiros.
Un tal Mariano lo llevó bien lejos y lo planteó en términos de ciclo de vida.
En el conurbano, tuiteó, nacés, te reproducís , diferenciás los ruidos de tiros de los ruidos de los caños de escape de la moto y morís.

