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De la historia de Lanús… y algo más (V): Lanús y Peronismo, historias paralelas (1955-1973)

Por Omar Dalponte.

Para disgusto de quienes quieren sepultar los sucesos trascendentes de la historia argentina y ocultar o desfigurar la historia del peronismo y de las luchas populares, aún estamos con vida y de pie no pocos que, por esas cosas de la militancia y por haber asumido un profundo compromiso con la Patria podemos dar testimonio de lo ocurrido en estos últimos 70 años aquí, en nuestro amado país, y en el no menos amado territorio lanusense. ¡Hay que ver lo que significaron para nuestro pueblo los actos criminales producidos por decisión de la oligarquía y sus secuaces! ¡Es necesario que se conozca a fondo y tener siempre presente lo que fue capaz de hacer la feroz alianza cívico -clerical – militar en los años 1955, 1956 y siguientes! Nuestro Lanús, a pesar de los difíciles años de fraude y miseria sufridos desde 1930 hasta 1943, a partir de esta última fecha y más aún luego del 29 de septiembre de 1944, día en que logramos ser autónomos del partido de Avellaneda, pudo transitar una etapa de crecimiento y de progreso muy importante en un clima de paz y felicidad pueblerinas que recordamos como uno de los momentos más dichosos vividos en este pago chico. Vimos como de a poco, entre los que estaban y los que vinieron de distintas partes del mundo – los queridos inmigrantes – fueron poblando y mejorando los barrios. Los gallegos, polacos, italianos, sirios libaneses, ucranianos, eslovenos, armenios, alemanes y más tarde santiagueños, tucumanos, correntinos y demás hermanos de la Patria, junto a los criollos afincados que venían de lejos en el tiempo y con el aporte de peruanos, paraguayos, chilenos, uruguayos y bolivianos hicieron crecer a Diamante, Caraza, Chingolo, Gerli y Alsina. Remedios de Escalada ofrecía su postal ferroviaria con música de locomotoras y todos los días mostraba la santa escena proletaria de obreros que entraban y salían en madrugadas y tardes de felicidad sentida por la dignidad del trabajo. Por el orgullo de ser ferroviarios.

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 El centro de Lanús en ambos lados, el Este y el Oeste, refulgía por las luces de sus bares, restaurantes, cines, calles y avenidas. José C. Paz (ahora 9 de Julio) brillaba con sus comercios de gran calidad como “Los Tres Mandarines” “Bazar Dos Mundos” “Valemás” “Casa Beige”,“Las Grandes Despensas Argentinas”, la librería de Patricio Del Rio y tantos otros. Esa calle central era el paseo obligado de las familias y lugar de encuentro de nuestras y nuestros jóvenes. En aquel Lanús de tranquilidad y progreso vimos nacer y crecer pequeños talleres que luego se transformaron en importantes industrias. También empresas como Campomar, Orandi y Massera, FIALP, Titán, Neosol, Marangoni, Vázquez, Pratti e Iglesias y Centauro, por citar algunas. Reconocidas industrias alrededor de las cuales se establecían fondas, pequeños negocios que le daban vida a los barrios, laburo a la gente y nos regalaban una geografía cuyas formas y colores el gran Casaretto, ese pintor de la mirada buena, supo trasladar a la tela de una manera única. Era imposible imaginar, en aquel tiempo de bienestar y esperanzas, las brutalidades que cometerían los poderosos y sus cómplices, envenenados por el odio, hacia un gobierno que había permitido a los sectores populares alcanzar ¡por fin! un nivel de bienestar y de dignidad como corresponde a todo ser humano. Los asesinos ya venían mostrando la hilacha mediante el intento de golpe de Estado del 28 de septiembre de 1951 con efectivos de las tres armas al mando del general Benjamín Menéndez (tio del engominado general Mario Benjamín Menéndez que se rindió en la guerra de Malvinas en 1982) Ya habían demostrado su odio y ferocidad el 15 de abril de 1953 cuando los radicales Roque Carranza y Arturo Mathov ayudados por otros delincuentes, colocaron bombas en Plaza de Mayo en una concentración de trabajadores peronistas. ¡Y el 16 de junio de 1955 los traidores a la Patria cometieron la enorme atrocidad de bombardear la Plaza de Mayo y sus alrededores causando una tragedia sin precedentes!. Finalmente el 16 de septiembre de ese mismo año se dieron el gusto. Derrocaron a Perón para después prohibir, perseguir, torturar y seguir asesinando peronistas. Pero no se la llevaron de arriba porque como bien dijo Perón: “Cuando los pueblos agotan su paciencia hacen tronar el escarmiento”. Tal cual. Pero ya que estamos nos permitimos agregar a esta sentencia de nuestro insigne General un par de respetuosas palabras: Los pueblos hicieron, hacen y harán tronar el escarmiento movilizándose masivamente, por el accionar individual de algún patriota o mediante grupos organizados que, hartos de tanta iniquidad, decidan dar batalla por distintos medios. Así fue que las respuestas a tanta maldad no se hicieron esperar y acompañados por infinidad de compañeros de base entraron a escena dirigentes de la talla de Andrés Framini a quien el Dr. Carlos Tomada en una nota homenaje publicada en 2014 dedicó estas palabras:

“Framini fue un luchador inclaudicable. Desde la superficie o desde la pelea subterránea a la que lo condenó la persecución al movimiento obrero y la proscripción del peronismo a partir de 1955. Junto a los también recordados Dante Viel y Luis Natalini, lideró la CGT Auténtica. Que fue el primer intento de reorganización del movimiento obrero peronista después de la represión, los fusilamientos y cárceles impuestas por los dictadores Aramburu y Rojas. Framini se convirtió en ese momento en uno de los principales líderes de la Resistencia Peronista. Entre otras de sus muchas propuestas impulsó y lanzó el famoso Programa de La Falda para la independencia económica. Fue en 1957 en el Plenario Nacional de Delegaciones Regionales de la CGT y las 62 organizaciones. Y en el Plenario de las “62” en Huerta Grande en el mes de junio de 1962 pronunció un discurso fundacional para la consagración del programa revolucionario que alimentó la lucha democrática del peronismo. Fue, sin duda, uno de los hombres en los que Perón más confiaba”.

Más adelante transcribiremos y comentaremos los programas obreros mencionados y también el Programa del 1° de Mayo de la C.G.T de los Argentinos de 1968 y el Programa de los 26 Puntos para la Unión Nacional de la CGT elaborado en el año 1986 bajo la conducción de Saúl Edólver Ubaldini.

En 1957, la revolución fusiladora que había derrocado al peronismo e intervenido a la CGT pretendió “normalizarla” siendo el interventor un marino miserable como sus mandantes: el capitan de navío Alberto Patrón Laplacette. Los muchachos “se le pararon de manos”, nacieron las “62 organizaciones” se organizaron paros y allí comenzó un período de luchas y acciones que se prolongó durante largo tiempo. Hablemos de algunas de ellas para conservar la memoria aportando información que los medios hegemónicos con las peores intenciones procuran ocultar.

Entre las muchas acciones de lucha sindical de la segunda mitad del siglo pasado, no caben dudas que la toma del frigorífico Lisandro de la Torre ocupa un lugar destacado. También la figura del gran dirigente del gremio de la Carne. el compañero Sebastián Borro. Sobre este episodio y la personalidad de Borro, Emmanuel Bonforti, destacado joven intelectual patriota escribió un magnífico artículo publicado en enero de 2021 por Mundo Gremial del cual transcribimos el siguiente fragmento:

En el negocio de carnes primero es la del novillo, la del hombre vale apenas pa’l rebenque o el cuchillo”.

“La política de desgaste del gobierno de Arturo Frondizi para con los trabajadores del frigorífico se vio cristalizada cuando llegó al Congreso el proyecto de Ley de Carnes donde uno de sus puntos era la privatización del frigorífico Lisandro de la Torre, símbolo del abastecimiento al mercado interno. El proyecto contemplaba la venta a una corporación multinacional dedicada al comercio de la carne, en definitiva, nada nuevo cuando se menciona un plan de estabilización. Con el proyecto consumado los trabajadores iniciaron negociaciones denunciando las consecuencias en los puestos de trabajo que implicaba una privatización. Además los trabajadores incorporaron demandas de carácter nacional, rompieron con una lógica de reclamo meramente sectorial dando muestras de la particularidad de los procesos de lucha en nuestro país y del sentido de nacionalidad por parte del movimiento obrero organizado”.

“Detrás de todo conflicto hubo personas que serán recordadas, y la magnitud de ciertos escenarios obligó a los hombres a estar a la altura de la historia. En ese sentido fue Sebastián Borro una de las figuras destacadas, quien desde 1950 trabajaba en el frigorífico, con un lapso durante su detención en la Patagonia luego del golpe de Estado de 1955. Borro ya era un dirigente de principios y trayectoria para 1958. Mientras tanto Frondizi advirtió que la privatización llevaría un desgaste, por eso convocó a Borro a una reunión. De acuerdo a la transcripción del diálogo que hacen Galasso y Ferraresi en Historia de los trabajadores argentinos 1857-2018, Borro sostiene que no existe investidura que esté por arriba de los trabajadores. Aquel diálogo fue quizás una de las escenas más importantes del período de la Resistencia Peronista, donde se observó la formación de un dirigente que consideraba que defendiendo a los trabajadores protegía a la nacionalidad.” “Borro le dice a Frondizi «Usted tendrá mucha intelectualidad para traicionar al pueblo y no para defender los intereses del país, y nosotros que somos simples trabajadores tenemos eso que le falta a usted» Ante las palabras de Sebastian Borro y los hechos ocurridos en el Lisandro de la Torre, razona Bonforti: “Asistimos al desarrollo de una conciencia que no es solo de clases, sino también que es nacional.”

“Ante la negativa de rever la privatización del frigorífico las cartas ya estaban echadas, el 14 de enero se convocó el cuerpo de delegados del establecimiento se transmitió la decisión de Frondizi y el 15 los obreros deciden no abandonar el edificio. Así, se realizó una nueva asamblea abierta donde participaron 8000 trabajadores y se decidió la toma, de fondo se agitaba la consigna ¡Patria Sí, colonia no! Lo que estaba en juego era más que un reclamo sectorial, era la nacionalidad, la cual estaba en riesgo de acuerdo al movimiento obrero desde el golpe de Estado de 1955. Los sucesos que siguieron fueron de feroz represión pero también de una gesta por parte de los trabajadores digna de recordar, la toma y los enfrentamientos posteriores con las fuerzas de seguridad regalaron imágenes inolvidables para las crónicas periodísticas de la época. La represión estaba en marcha y el Estado desplegaba todo un aparato de control que evidenciaba la compra de material importado para intervenir en el conflicto social. Lo interesante fueron las imágenes que nos brindó el populoso barrio de Mataderos, el corazón del frigorífico, lo que demuestra que el conflicto no se redujo a un enfrentamiento capital trabajo en un establecimiento industrial. Existió un clima de solidaridad y una experiencia de resistencia en los barrios populares que fue creciendo al calor del exilio de Perón y la política económica de Frondizi. De acuerdo al libro de Galasso y Ferraresi Mataderos estaba sitiado, era una gran comuna obrera que enfrentaba al gobierno de la entrega, cuarenta cuadras a la redonda convertidas en barricadas donde participaban hombres, mujeres, niños, ancianos. Es que Mataderos era precisamente un nido de resistencia del peronismo, no es casualidad que años después durante la última dictadura militar fuese la hinchada de Nueva Chicago la que desafiaba el orden represor imperante cantando la marcha peronista”.

Consecuencias de la toma del frigorífico.

“La huelga y la toma de los trabajadores se convirtieron en mojón fundamental de la historia de la Resistencia Peronista, un episodio que construye épica y relato al interior del movimiento obrero y el pueblo en general. La huelga apareció como una reacción de características defensivas ante el plan de privatización del gobierno de Frondizi. La toma del frigorífico demostró también la emergencia de nuevos delegados sindicales y sobre todo el aporte de las bases en la participación del conflicto. Asimismo significó la posibilidad de poner en práctica en un caso concreto toda la experiencia en conflictividad social que fue adquiriendo la Resistencia Peronista desde 1955 en adelante, pero sobre todas las cosas la huelga demostró el carácter nacional de la clase obrera”.

La revolución de la que poco se habla.

El 30 de noviembre de 1960, militares y civiles se alzaron en armas. Dicho movimiento armado fue parte de la Resistencia Peronista contra la política de entrega del gobierno de Arturo Frondizi, contra la proscripción del peronismo, las leyes represivas y por el regreso de Perón, entre otras cosas. Frondizi había asumido la presidencia de la Nación en 1958. Lo que sigue es parte de un excelente trabajo realizado por la Dra. Anabella Gorza.

Los hechos.

“El levantamiento del general peronista Iñíguez, también conocido como Revolución del 60 o levantamiento del COR (Centro de Operaciones de la Resistencia), tuvo sus epicentros en el Regimiento 11 de Infantería de Rosario y en la ciudad de Tartagal, en Salta, en la madrugada del 30 de noviembre de 1960. Los hechos se produjeron en un contexto caracterizado por el incremento de las hostilidades entre el gobierno y el peronismo, que había dado lugar al resurgimiento de la actividad insurreccional por parte de este último, suspendida, o al menos limitada, durante los primeros meses de la presidencia de Arturo Frondizi. La toma del Frigorífico Nacional Lisandro de la Torre en enero de 1959 y la huelga general que apoyó dicha acción fueron los hechos que marcaron la ruptura definitiva de las relaciones entre Frondizi y el peronismo. Así, el año 1959 estuvo caracterizado por la proliferación de huelgas, atentados y una fuerte movilización de las bases peronistas . A la vez que se intentó otorgarle a la actividad clandestina llevada a cabo por el peronismo, una estructura más organizada . Los hechos que nos ocupan tuvieron su inicio en Rosario con la toma del Regimiento 11 de infantería. Las acciones estuvieron lideradas por el propio Iñíguez y por el coronel Julio Barredo. La ocupación no duró mucho; al cabo de cuatro horas de lucha, ya había sido sofocada por la acción conjunta de los militares que estaban prestando servicios en el Regimiento, por la Gendarmería Nacional y por tropas santafesinas. Como resultado del enfrentamiento falleció, entre otros, el coronel Barredo. En su uniforme, fue encontrada la proclama del Movimiento. Estaba firmada por el «Comando Primer Ejército de la Reconquista y Liberación Argentina» y, según los diarios de la época, había sido redactada por el mismo Barredo”.

“En Tartagal, las acciones estuvieron dirigidas por el teniente coronel retirado Eduardo Escudé y el ex diputado peronista Tomás Ryan. Escudé tomó la municipalidad mientras Ryan, al mando de un grupo de civiles, tomó el Batallón de Escuela e invitó a su jefe a sumarse a la rebelión. También, fueron tomados la estación de tren, el aeropuerto, la central telefónica y las comisarías de Tartagal, Mosconi y Vespucio. En este último sitio, ocuparon la estación de radiodifusión del campamento de YPF. En Salta, el levantamiento fue reprimido por la actuación del II Batallón de Monte, que culminó con la detención de Escudé, Ryan, y otros participantes. Roberto Miguélez, un militante de la Resistencia, que participó de los hechos en Tartagal con un grupo de civiles procedentes del Gran Buenos Aires, comentó que los contactos se realizaron entre personas que habían participado del movimiento del 9 de Junio de 1956 y que se conocían por sus actividades en la Resistencia; que les habían prometido armas y ropa que serían entregadas al llegar a Tartagal, a la vez que se les proporcionaría entrenamiento militar. Sin embargo, al llegar allí, nadie los esperaba”. Esta acción, como tantas otras realizadas durante la Primera Resistencia Peronista, aunque no haya culminado exitosamente demostró ante el mundo que aquí, a pesar de la feroz represión de 1955, 1956 y años siguientes no sólo no se rendía nadie sino que importantes sectores del peronismo estaban dispuestos a continuar la lucha y pasar a la ofensiva en diversos frentes mediante diferentes métodos, cosa que finalmente ocurrió hasta que llegaron los días victoriosos de 1973. 

A cada chancho le llega su San Martín. El que a hierro mata…

El 29 de mayo de 1970 un grupo de las formaciones especiales secuestró y ajustició a uno de los más crueles asesinos de nuestra historia: el general Pedro Eugenio Aramburu. A partir de ese episodio, durante los tres años siguientes, hasta 1972, se llevaron a cabo no menos de veinte insurrecciones populares cumpliéndose un tiempo de heroicas jornadas que quedó registrado como “el ciclo de los azos”.Fue en ese marco de estallidos rebeldes resistentes y combativos dentro del cual también se luchaba por el retorno de Perón a la Patria.

Recordamos algunas de aquellas puebladas: Ocampazo, Correntinazo (1969) Primer Rosariazo (1969) Salteñazo (1969) Primer Cordobazo (mayo1969) Primer Tucumanazo (mayo 1969) Segundo Rosariazo (septiembre 1969) Cipolletazo (septiembre-octubre 1969) Choconazo (febrero – marzo 1970) Segundo Tucumanazo (noviembre 1970) Segundo Cordobazo o Viborazo (marzo 1971) Catamarqueñazo (noviembre 1970) Casildazo (marzo 1971) Jujeñazo (abril 1971) Rawsonazo (marzo 1972) Mendozazo (abril 1972) Tercer Tucumanazo o Quintazo (junio de 1972) Rocazo (julio 1972) Animanazo (julio 1972) Trelewaso (octubre 1972)

Dentro del sindicalismo, donde las luchas intestinas ocurrían con bastante fiereza. El 13 de mayo de 1966, en el local que funcionaba la pizzería “La Real” de Avellaneda, Rosendo García, secretario adjunto de la Unión Obrera Metalúrgica, fue muerto en un tiroteo en el que participaron dirigentes sindicales, entre ellos Augusto Timoteo “El Lobo” Vandor y Armando Cabo, padre de Dardo Cabo. Dardo fue un combatiente peronista director de la conocida revista “El Descamisado”, asesinado por la dictadura militar en 1977. En la trifulca de “La Real” también murieron los compañeros Domingo “Griego” Blajaquis y Juan Salazar. Rosendo fue vecino de Lanús Este. Vivió en un chalecito ubicado en la esquina de Quarracino (Ex Pergamino) e Ituzaingó. Pintón, simpático, su figura estaba creciendo en el gremio y por entonces constituía una amenaza para la permanencia en la conducción del “Lobo” Vandor en la Unión Obrera Metalúrgica (UOM)

De donde salieron las balas asesinas que acabaron con la vida de Rosendo y demás compañeros nunca quedó claro. En algunas crónicas, y relatos de quienes dijeron haber estado en el lugar de los hechos, se comentó que vieron disparar sus armas a Vandor y a Armando Cabo. Rodolfo Walsh, respecto a aquel episodio que conmovió a buena parte de la sociedad, hizo un buen aporte en su libro editado en 1969 titulado ¿Quien mató a Rosendo?

Dos meses después de ese episodio se produjo el golpe de estado que derrocó al presidente radical Arturo Illia el 28 de junio de 1966. En Lanús, a partir de esta fecha, se sucedieron varios intendentes de facto. El último de esa serie fue Miguel Monserrat quien finalizó su gestión en 1973. En 1968 se produjo un hecho de suma importancia para el movimiento obrero. Entre el 28 y 30 de marzo sesionó el Congreso Normalizador “Amado Olmos” y se fundó la CGT de los Argentinos. La denominación de dicho Congreso fue en homenaje al dirigente del gremio de Sanidad, protagonista de dos Congresos previos que dieron lugar a programas como el de La Falda y Huerta Grande. Amado Olmos falleció poco tiempo antes de marzo del 68. La CGT de los Argentinos, cuya secretaría general ejerció el dirigente gráfico, compañero Raymundo Ongaro, jugó un rol preponderante en el enfrentamiento a la burocracia sindical capitaneada por Vandor y tuvo gran protagonismo en las distintas puebladas que se realizaron a lo largo y ancho de la Argentina contra la dictadura de entonces. La CGTA, pluralista, combativa, con formas novedosas de participación de las agrupaciones de base y otras organizaciones populares, entre 1968 y 1974 marcó una época que para siempre quedó como un momento de alta intervención de los trabajadores en la lucha por la liberación nacional. Además de las acciones concretas en las que participó y muchas veces condujo, esta central obrera realizó una producción escrita que fue, y seguramente seguirá siendo, valioso material de consulta para los estudiosos del movimiento obrero y útil para el conocimiento de la militancia.

A fines de la década de 1960, en Lanús, un grupo de compañeros nos vinculamos con el compañero Roberto Miguélez, y nos integramos a la Agrupación 4 de Junio que Roberto conducía. Con esta agrupación nos reuníamos en un local de la calle Sitio de Montevideo, a la altura de la calle Gral.Ferré, y poco después nos mudamos a una casona de la calle Emilio Mitre, hoy denominada Arturo Illia, siempre en la zona de Lanús Este. Allí participaron muchos recordados compañeros y un grupo de jóvenes entre quienes estaba una muy jovencita Graciela Gutiérrez, nuestra apreciada Negra con quien aún después de cincuenta años nos seguimos encontrando en las playas del peronismo lanusense. (continuaremos)