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El escultor José Perera y su muestra «Desagravio»: «Aquí está mi vida entera y también mis futuros sueños»

La ciudad de Lanús tiene un artista enorme: José Perera. En 2018, como hemos contado en estas páginas más de una vez, el gobierno de Néstor Grindetti removió de madrugada y a pura brutalidad su escultura El Malevo de Fierro de Puente Alsina. Seis años después, durante la gestión de Julián Álvarez, mientras el propio Perera trabaja en la restauración del «Malevo», en el Museo del Centro Cultural Leonardo Favio (25 de mayo 131) se expone una gran retrospectiva de su obra, que se puede visitar de martes a domingo de 12 a 20, hasta fines de julio. Allí se pueden ver La Cautiva, La máquina de pensar, los Ciclomentes, los Pampas… hermosas esculturas en diferentes materiales que dan cuenta de más de medio siglo de trabajo. Hay una sala que reproduce el lugar donde hace sus bocetos y hasta se expone la Indian, la mítica motocicleta que acompañó al artista en sus aventuras juveniles. Aquí, el propio Perera te cuenta cómo se siente en estos días de «Desagravio» por partida doble, y cómo es la muestra del Favio.

Estoy absolutamente feliz con toda la gente que participó en esta muestra, desde las curadoras del museo, Marina Curci y Lala Martin, mi colega Juan Parafioriti, Emiliano García de Logística, y cada una de las personas sonrientes que le hacen una bienvenida agradable a uno, en este espacio tan hermoso que es el Museo del Centro Cultural Leonardo Favio.

Describile a la gente que no la vio cómo es esta muestra.

Lo que ve la gente, de la manera que está presentada, es mi vida, desde lo muy primero que hice hasta mi futuro, y también mis futuros sueños, que quiero anexarlos a este crecimiento que durará hasta que deje la posta para que siga con otra gente. Ya me estoy refiriendo al Malevo de Fierro y a tanta vida pasada, no solamente en el Puente Alsina, sino a tanta gente trabajadora, al frigorífico Anglo, a los sainetes que se formaban arriba de los tranvías, a la vida que se formó en una historia reciente. Merecen el homenaje y estoy dispuesto a hacerlo desde lo escultórico.

-¿Cómo es eso de que los lanusenses son como bochas?

-Yo desde chico me quedaba fascinado viendo a la gente jugar a las bochas en el club de enfrente de mi casa, la Unión Vecinal de Villa Argerich, lugar donde se puede decir que empezaron mis muestras públicas, porque pinté las paredes dos años seguidos para los carnavales, yo tendría 13, 14 años y pinté todas las paredes como se hacía en aquella época, todo referido a un mismo tema, y trajeron a un conjunto de música y vi por primera vez en mi vida a un tipo tocando una guitarra eléctrica y tocar la música de Bill Halley y después se escuchaba un tango, era una mixtura tremenda y eso me inspiró mucho. Y con ese tema pinté el club, y me encantó entrar a ese mundo, se puede decir que ahí empezó todo. Fue un debut muy precoz.

Es muy lindo lo que contás, pero yo te pregunté por qué decís que los lanusenses son como bochas (risas)…

-Ah, en ese club yo quedaba fascinado viendo cómo la gente mayor jugaba a las bochas. La bocha se iba arrastrando, no arrastrando, porque son de esa forma perfecta que es la esfera, haciendo ese ruidito en la arena, y a mí, no sé por qué extraño circuito mental, me reflejaba a la gente buena de Lanús, porque yo era un pibe y la gente mayor me decía Che, Pepito, querés una coca… Che, Pepito… es decir, para mí la gente era buena. La gente es buena en su mayoría. Ese rodar tan simple pero a la vez tan recto rumbo a su objetivo, me llamaba mucho la atención. Y después se anexó, cuando ya fui más grande, el ruido de las bolas de billar en el paño verde. Y hoy de grande me sigue gustando la metáfora, sigo viendo a la gente de Lanús callada, rumbo a su destino, sin grandes estridencias. Y si hay que bochar se bocha, claro…

La muestra se llama Desagravio, lo cual es una toma de posición política, el inicio de un proceso que termina cuando El Malevo esté en su sitio de nuevo…

-Me toca por partida doble, por haber sido el autor de la obra, pero también como vecino de Lanús. Es una alegría tan grande que está diluyendo aquellos seis años que viví en un borrador. Desde que sacaron al Malevo de su sitio yo viví una cosa muy pesada, que es caminar con un agravio en la espalda, y no me tocó a mí solamente, a la gente de Lanús también la despojaron. Todavía no está hecho el trabajo, pero la sola intención de repararla. el desagravio total sería que este señor que mandó a voltearla se arremangue, la suelde, se lastime las manos. se lastime los pies…

-Es tan difícil crear y tan fácil destruir, ¿verdad?

-El que no tiene ideas para aportar y para regalarle a su pueblo, solamente puede ser protagonista destruyendo. Vos paseás por una avenida, por una vidriera, y no es noticia que haya una vidriera linda para mirar, pero vos rompés la vidriera con un adoquín y al otro día salís en los diarios. Para romper el vidrio hace falta un adoquín y para hacer el vidrio hizo falta una fábrica, así que es un triste mérito. Yo no sé por qué se la agarraron conmigo, es como si se hubieran comprado una escopeta y la estrenaron con un gato. Ahora me toca restaurar la obra y terminar con el desagravio.

-Hay en la muestra diferentes ciclos, está el de los angelitos, el de la máquina de pensar, están los Pampas… Cada uno de esos ciclos son partes de un imaginario. Quisiera pedirte que los describas un poco si querés…

-Cualquiera de esos ciclos tiene mucho que ver con mi vida. Si hablamos de las motos, siempre tienen mucho que ver con la libertad. Desde muy chiquito me iba al Ombú, a ver las motos más raras que existían… Siempre mis sueños salen de Lanús, por acá había indios pampas… Siempre me interesó la historia de Lanús desde un punto de vista estético, no desde el rigor científico sino desde la mirada estética… Yo hice el premio Chamigo y no te puedo nombrar dos jugadores seguidos, pero estéticamente sí te puedo hacer a un jugador pateando una pelota. En el Puente Alsina me fueron contando historias, como por ejemplo la de la chancha Negra, vos sabés que el Malevo estaba arriba de la Chancha Negra, un lugar donde había riñas de gallos pero también se bailaba milonga y todo lo que te puedas imaginar… y también por ahí cerca estaba el Petit Colón, un lugar donde cantaba Gardel… Todo eso lo sé como un estribillo, me fue quedando por las cosas que me contaba la gente. Me gustaría cerrar mi obra no sólo con el Malevo sino con un gran Paseo del Tango entre las dos placitas que están debajo del Puente, que sea un gran Paseo para los lanusenses. Ese es mi sueño y yo corro atrás de mis sueños.