A 34 años del Gol del Siglo, una obra maestra nacida en Lanús
Por Agustín Challiol.
Más que una instancia de Cuartos de Final de la copa del mundo, para muchos argentinos aquel encuentro contra Inglaterra fue el partido de sus vidas. El 22 de junio de 1986 se convirtió en una fecha histórica para todo el país. Es que más allá de que Diego Maradona inmortalice, el que hoy es considerado, el mejor gol de todos los tiempos, en Argentina se sintió un fuerte desahogo.
Y sí, la Guerra de Malvinas (NdeR: durante 1982), aquella hijaputez que armaron unos militares con su arma más peligrosa: el poder, se cobró la vida de miles de chicos de no más de 18 años y todavía, por aquel entonces, la herida continuaba abierta. Cuatro años, sí, parece una eternidad, en pleno Mundial de México recién se cobraría un poco paz y consuelo en los dos goles que anotó el astro.
En parte es así. El fútbol, ese deporte popular que es sinónimo de unión e igualdad, como otras tantas veces, apareció para enmarcar la historia de la Selección Argentina y del país, en uno de los capítulos más hermosos que existen. “Enrique engancha, la va a tocar para Diego. Ahí la tiene Maradona, lo marcan dos, pisa la pelota Maradona, arranca por la derecha el genio del fútbol mundial, y deja el tendal…”. Así, lleno de pasión y euforia, Víctor Hugo Morales relató el segundo tanto de Argentina sobre Inglaterra. Esas palabras, que hoy se la puede encontrar en diferentes tatuajes, cuadros o remeras, marcó mucho a su principal protagonista, Maradona. Pero claro, técnicamente, la asistencia fue de Héctor Enrique, otro, que al igual que Diego, se crió en el barrio de Lanús.
“Ese gol fue granate”, le gusta recordar al Negro. Ambos ex jugadores se supieron criar en los potreros y carencias de los barrios más humildes. De un lado Maradó, nacido en Villa Fiorito, donde además de ser el primer lugar que tuvo el privilegio de ver sus gambetas, Diego ayudaba a su padre en la construcción de la casa. Y Enrique, quien vivió durante toda su infancia en Loma Verde, partido de Burzaco, todos los días se lo veía por Lanús. Más allá de que surgió de las Inferiores del Grana, el Negro dedicó parte de su vida a trabajar en una tornería ubicada en Lanús Oeste con el fin de ayudar a su familia.
Y a veces las vueltas de la vida son tan sorprendentes como inesperadas. Por eso a estos dos monstruos del fútbol, que en su momento fueron dos pibes del montón, la vida les daría el mejor regalo: una Copa del Mundo. Pero no antes sin dejar en el camino a Inglaterra. Literalmente y, mejor dicho, Diego, con sus rizos al viento, convirtió a sus rivales en conos y en el intento de agarrarlo, lo único que lograron fue ver el 10 en la espalda, lo cual en la jerga futbolera significa que te pasaron sin ningún tipo de dificultad.
A 34 años de la mano de Dios y del mejor gol en la historia, La Unión de Lanús recuerda aquel hito. Con Enrique y Diego, dos hijos de la ciudad, que se plantaron ante un Estadio Azteca que colmaba de gente, Argentina dio un golpe de nocaut. Pero no cualquiera, sino de esos que todavía se recuerdan muy bien. Y si hay algo que no falla en el argentino es la memoria, la misma que estuvo presente en cada televisión de los hogares, mientras Maradó humillaba a un país que tanto sufrimiento causó en tierras argentinas.

