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Edgardo Depetri, sobre el día que Néstor Kirchner bajó los cuadros y se recuperó la ESMA: «Fue el hecho más importante del que tengamos memoria»

Por Federico Arcelli.

«vengo a pedir perdón del Estado Nacional por la vergüenza de haber callado durante veinte años de democracia”. Esas fueron algunas de las palabras del discurso que dio Néstor Kirchner, el 24 de marzo de 2004, en la Escuela de la Mecánica de la Armada (ESMA). El aquel entonces presidente de la Nación, que todavía no había cumplido un año de su mandato, decidió acercarse hasta el principal y más tenebroso centro clandestino de la última dictadura cívico militar para transformar ese espacio del terror en un espacio de memoria, en favor de los Derechos Humanos. En la recorrida, ordenó bajar los cuadros de los represores Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone. Se cumplió así el inicio de un camino que marcó el rumbo y la tendencia del kirchnerismo hasta la actualidad. Una gestión vinculada a políticas sociales y económicas, en beneficio de las grandes mayorías, pero con una fuerte defensa de los Derechos Humanos en la Argentina.

Edgardo Depetri, hoy concejal del bloque de Unidad Ciudadana-FPV, era por aquellas épocas el secretario de organización de la CTA. Tras el fallecimiento de Néstor Kirchner, fue él quien tuvo la tarea difícil de asumir como diputado en su reemplazo y representación. Pero, antes de todo esto, Kirchner fue el abogado de su frente gremial en Río Turbio. «Lo extraño demasiado». Una amistad de hace años que perduró en el tiempo y hoy continúa más vigente que nunca más allá de su desaparición física.

En diálogo con La Unión de Lanús, Edgardo Depetri habló sobre lo que significó para él el simbólico acontecimiento ocurrido en la ESMA, su relación con él y sus recuerdos del último golpe, que sucedió cuando tenía 15 años. Además, una reflexión sobre el gobierno actual, que mantiene el mismo plan económico que Martínez de Hoz y contiene en su gabinete a parte del sector cívico que apoyó económicamente la dictadura y se enriqueció con ella.

-¿Qué opinás de aquel 24 de marzo de 2004?

-Fue un hecho que nos conmocionó a todos. Desde la militancia del campo popular y el movimiento obrero, veníamos trabajando y acompañando en soledad a la convocatoria de todos los jueves de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo. Se movilizaban para mantener la memoria viva y para reivindicar a nuestros compañeros asesinados, a los bebés robados, a las familias quebradas y a los exiliados, producto de ese golpe que provocó la destrucción de la Patria, y la pobreza y miseria como destino para la mayoría del pueblo. Fuimos creciendo y las Madres legitimaron la resistencia al olvido. Se masificó la lucha y millones empezamos a ser conscientes de que había sido un genocidio planificado para la desigualdad social. Nos costaba creer que un gobierno iba a venir a reivindicar a esos compañeros y a transformar en política pública a ese espacio público y de debate que se vinculaba a los organismos de Derechos Humanos, grupos de izquierda y del peronismo que no entregaban las banderas. En lo personal, el día que Néstor (Kirchner) bajó los cuadros en la ESMA fue el hecho más importante del que tengamos memoria, en relación al reconocimiento de una generación que fue diezmada, derrotada, en términos tácticos, pero sabiendo que estratégicamente iban a seguir como lo siguen hoy cumpliendo un rol de construcción en el grito de libertad y justicia.

El día que Néstor (Kirchner) bajó los cuadros fue el hecho más importante del que tenemos memoria»

-¿Cómo lo viviste en lo personal?

Lo viví con una emoción muy grande. Hemos llorado, hemos caminado por el lugar del horror y la tragedia. Fue un impacto emocional enorme y fui parte de esa multitud. Como secretario de organización de la CTA, fuimos con las banderas y nuestro organismo. Era tanta la multitud que vi el acto colgado de las rejas de la ESMA. Justo antes de arrancar, pasó Néstor (Kirchner) por la vereda. Iba camino a bajar los cuadros. Le pego un grito, él se levanta y me agarra la mano para saludarme. Ese apretón de manos me recordó las historias que compartí con él desde toda la vida. Una sonrisa que iluminó mi cara y que nos encontró conmovidos a los dos. Ese apretón de manos fue como fundirme en un abrazo de alegría por el hecho que iba a realizar, pero también por la tristeza de los compañeros que ya no estaban. Ese día marcó el rumbo del proyecto que luego protagonizó.

-“Vengo a pedir perdón del Estado”, dijo. ¿Qué se te pasó por la cabeza en ese momento?

-Estuvo bien. La verdad es que muchos más deberían pedir perdón porque no fue sólo el Estado. Los empresarios deberían pedir perdón porque el golpe fue cívico militar; se impuso para cambiar la matriz productiva e instalar la desigualdad social. Lo hizo la sociedad rural, los grupos económicos vinculados a la industria del sector exportador. Lo hizo la embajada norteamericana contra Perón y el peronismo, el movimiento nacional y contra un proyecto de país que tenía un destino colectivo. Ellos no dudaron en aniquilar 30 mil compañeros y torturarlos para defender sus intereses de clase dominante. Esa clase que hizo el golpe y que después con el menemismo terminó de arruinar. Un país ganadero exportador de materias primas, un Estado garante de los negocios del sector primario, que reprimía al pueblo argentino y sólo le daba lugar en la cárcel o para repartir comida, y no trabajo.

Muchos deberían pedir perdón, no fue solo el Estado»

-¿Lo viste como un hecho de justicia?

-En ese momento sentí que se condensaban y se cristalizaban tantas luchas de las Madres, Abuelas y el movimiento obrero en minoría. Luchamos como pudimos desde la CTA, los movimientos sociales, piqueteros del 2000, intelectuales, partidos políticos populares, grupos al interior del peronismo y por fuera de él. También compañeros que a nivel internacional hicieron los primeros juicios, como en España el juez Baltasar Garzón. Todos plantearon que en Argentina hubo un genocidio y necesitaban que haya memoria, verdad y justicia. Fue un momento enorme y ahí empezó a partir la patria grande de Néstor. Lo que hicieron fue un exterminio aplicado con el Plan Cóndor, armado por la embajada norteamericana y coordinado por militares en Argentina, Uruguay, Chile, Paraguay y Brasil. Todo planificado sistemáticamente.

-¿Qué te acordás de 1976?

-Estaba en una escuela industrial de Villa Cañás, provincia de Santa Fe. Tenía 15 años y estaba haciendo segundo o tercer grado. Ese día suspendieron las clases y nos fuimos todos a nuestras casas. Cerraron las escuelas y no tenía mucha dimensión, ya que vivía en un pueblo rural y no estaba metido en la militancia política todavía. De todos modos, me pareció un hecho trágico, del cual íbamos a tener muchos problemas. Una sombra que amenazaba y que traía momentos duros para el país. Cuando llegué a mi casa vi a mis viejos llorando, diciendo que derrocaron al peronismo. Fue lo peor. Tengo ese recuerdo de chico, de pibe, como algo muy oscuro.

-¿Cuánto afectó el golpe?

-El golpe nos cambió la vida, cambió la Argentina, la sociedad y las organizaciones. Cambió la economía y la cultura. El golpe todavía lo llevamos presente porque es el terror y el terror está hecho para inmovilizar. Durante la dictadura el terror fue a desaparecer, a que te mataran. Durante el menemismo era el terror a estar desocupado, a no tener para comer. Y durante le macrismo se agrega el temor a pensar diferente, a no decir lo que pensar, a no organizar y sentir que la Argentina tiene otra posibilidad, más que hacer negocios para un grupo determinado y que el resto se acomode detrás de eso. Te quieren meter el terror para aniquilar al que piensa diferente, pero ya de otra manera, no con asesinatos o desaparecidos, sino metiéndote preso, como a De Vido, D’Elia, Milagro Sala y Amado Boudou, entre otros. También, el fusilamiento mediático. Te transformás en ilegal y sos la peor basura, de modo tal que el sistema te expulsa y te condiciona. Son parte del mismo interés de la dictadura y del menemismo. Pero, son peores porque son el poder de la oligarquía que vino con un odio y un revanchismo como nunca hemos conocido en otras etapas políticas de la Argentina. Tenemos que estar juntos para derrotar a estos tipos a fin de año para que se vayan y no vuelvan nunca más.

Te quieren meter el terror por pensar diferente, metiéndote preso y con el fusilamiento mediático»

-¿Cómo describirías a las Madres y Abuelas?

-Tengo mucha cercanía con las madres. De hecho, me entregaron un pañuelo. Las madres son amor, son pasionales, son porfiadas y heroicas. Para un militante, el símbolo más importante de reconocimiento de una organización son los organismos de Derechos Humanos. Son los que marcaron un rumbo y aún en tiempos de soledad y oscuridad, eran una llamita encendida en esa negritud. Los que estamos formados en el campo del pueblo no tenemos más que palabras de agradecimiento para las madres, que seguirán siendo un faro que nos ilumina. Me digo siempre a mí mismo, porque uno tiene que pelear todos los días contra el individualismo y la indiferencia, por seguir militando, creyendo y construyendo. Es diario. Me digo que, cuando estamos mal y nos pasan, incluso, derrotas políticas o personales que nos golpean duro, hay que pensar en las Madres. A ellas le robaron a sus hijos y a sus nietos y los asesinaron, pero sin embargo están paradas y firmes. Son una ternura, pero con una endereza admirable. Son nuestro reaseguro moral, político y de amor, porque en definitiva una madre es eso. Protege a sus hijos y trata de defenderlos de las amenazas y de las adversidades. Una referencia que nos permite seguir peleando.

Las Madres son amor»

-¿Y Néstor Kirchner?

-El mejor presidente de la democracia argentina. Tengo una visión subjetiva porque es mi amigo. Haberlo conocido desde antes de ser intendente, cuando era el abogado de nuestra organización en Río Turbio, verlo caminar y gobernar como intendente, como gobernador y por último como presidente. Era un buen tipo, una buena persona, honesto, con ideales, convicciones y pasional. Además, le gustaba joder. Te llamaba a las 6 de la mañana para ver si estabas despierto.

-¿Te hizo alguna broma a vos?

-Sí, ja. Me llamaba a las seis de la mañana cuando todavía estaba en la cama y me decía “vos durmiendo y el presidente gobernando en la Casa Rosada. Así no vas a hacer nunca la revolución”. Era un personaje, un fenómeno, como lo fueron Chávez y Fidel, o como Evo y Cristina en la actualidad. Son personajes que vienen por oleadas. La política se basa en ideas y proyectos y es voluntad y conciencia, pero también la ejecutan las mujeres y los hombres que están en esa situación histórica. Se hacen cargo de proyectos y pelean contra toda adversidad. Son imprescindibles, por eso hicieron lo que hicieron. Varios pasaron, algunos pintaban y no llegaron porque fueron derrotados y asesinados; algunos llegaron y defraudaron. Néstor es un gigante, y es una lástima que se nos haya ido tan pronto y tan joven. Era un cuadro fundamental para esta etapa de mayor violencia institucional en la democracia.

Néstor (Kirchner) es un gigante»

Depetri reemplaza a Néstor Kirchner, como diputado, tras su fallecimiento.

-¿Lo extrañás?

-Demasiado. Me hubiese gustado que estuviese con nosotros. Creo que de ser así no habría derrota o, al menos, la hubiéramos peleado de una manera más pareja con el poder. Vivimos como en una especie de libertad condicional, en la brutalidad de un cambio de paradigma productivo que expulsa a mayores compatriotas a la pobreza y quiebra a los movimientos populares para que nos acostumbremos a vivir mal y aceptemos lo que el régimen nos da. Quieren decidir cuando entramos y salimos del mercado laboral. Néstor nos devolvió la esperanza porque es un patriota, de esa generación diezmada. Nos ilumina con su visión.

Con Nestor no habría derrota o la hubiesemos peleado más»

-El gobierno nacional, en más de una oportunidad, puso en duda la cantidad de desaparecidos. ¿Qué opinás?

-Ellos fueron los genocidas, los responsables y los personajes nefastos. Tenés un ministro como Etchevehere que recibió lo recibió la Sociedad Rural después del golpe y lo aplaudieron de pie. Tenés a los sectores financieros que hoy son los principales ganadores del modelo de Macri. Los que empezaron con el endeudamiento fueron los dictadores, luego de que el peronismo lo bajara. En aquel entonces se empezó a modelar la patria contratista, de la cual aparece la familia Macri. Cuando hablás de corrupción, de los grupos de obra pública que hacían negocios, están ellos y los Blanco Villegas, con negocios impositivos en Tierra de Fuego y electrodomésticos. Fomentaron la caída de la industria y la apertura de la importación. Ellos fueron parte de ese golpe y los que taparon permanentemente a través de los medios de comunicación y se beneficiaron con esas políticas. Es lógico que nieguen la cantidad, que digan que son siete mil u ocho mil. No les importa el número, sino invalidar el hecho y validar la represión.

-¿Sentís que es tiene fuerza esa postura? 

-Quieren impunidad para los genocidas, pero no lo lograron. Ese discurso es cada vez más ilegal y más ilegítimo porque la Argentina tiene un claro discurso de respeto a los Derechos Humanos, que es incluso reconocido en todas partes del mundo. La tarea de las Madres, de las Abuelas y de nosotros cuando llegamos al poder no tienen vuelta atrás. Por más que lo intenten, no lo van a lograr. Es un piso ganado en la conciencia de la memoria popular. Por algo es la movilización más grande del año, en la que estamos todos de acuerdo y no cuestionamos si tenemos que estar o no. Los gorilas, los milicos, los negadores del genocidio que defienden los intereses corporativos y creen más en la plata que en los valores, están enojados. De hecho, quieren que pase lo más rápido posible este día porque la gente sale a la calle y los interpela.